¿Quién soy yo, verdadera y esencialmente?

Una indagación acerca del Ser: la pregunta acerca de la naturaleza real de uno mismo. Una exploración para el auto-conocimiento del Yo esencial.

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Parte 1 - Indagación del ‘Yo’

Creo saber muchas cosas, pero no sé claramente quién soy yo.

Creo saber lo que soy, pero eso no es más que una creencia.

¿Cómo puedo ser tan negligente con mi propio ‘Yo’, siendo que todas mis experiencias están teñidas de este ‘Yo’?

¿Cómo puedo dejar a este ‘Yo’ sin conocer, siendo que es la base de todas mis experiencias y no puede haber ningún conocimiento sin este ‘Yo’?

¿Cómo puedo pretender conocer “otras cosas” siendo que no me conozco a mí mismo?

Este conocimiento es lo más íntimo y lo más cercano: lo que puedo conocer directamente, sin necesidad de nada más que yo mismo.

¿Quién o qué soy yo?

¿Qué es eso que llamo ‘Yo’?

¿Qué es eso que dice ‘Yo’ en mí?

¿Cuál es mi verdadera naturaleza?

¿Cuál es mi verdadera identidad?

¿Qué es el Ser que soy?


Sea lo que sea, no puedo ser tan solo una creencia ni una opinión.

No soy lo que creo ser.

No soy lo que parezco ser.

No soy mi nombre.

No soy mi imagen en el espejo.

No soy la imagen que los otros ven de mí.

No soy una persona, tampoco un individuo.

No soy mi historia.

No soy el que fui, ni el que seré.

No soy el rol que asumo, ni la máscara que llevo.

No soy mi carácter ni mi personalidad.

No soy mis atributos.

No soy mi temperamento.

No soy mi estado de ánimo.

No soy mi reputación.

No soy lo que me hace distinto a los demás.

No soy mi singularidad.

No soy mi supuesta identidad.

No soy alguien especial.

No soy alguien ni algo en particular.

No soy nada que pueda señalar.

No soy este cuerpo.

No soy nada de aquello con lo que me identifico.


No soy el mundo que percibo.

No soy mis circunstancias.

No soy mis condicionamientos.

No soy mi contexto ni mi entorno.

No soy mi cultura ni mi educación y nada de eso me define.

No soy mi profesión.

No soy lo que hice ni lo hago con mi vida.

No soy mis privilegios ni mis necesidades.

No soy lo que las situaciones me fuerzan a ser.

No soy lo que he hecho conmigo ni lo que han hecho de mí.

No soy mi pasado, mi presente ni mi futuro.

No soy el drama ni la historia de mi vida.

No soy mis experiencias.

No soy lo que conozco.

No soy la consecuencia de mis decisiones y actos.

No soy el camino que me llevó hasta aquí.

No soy lo que hice ni lo que no hice.

No soy mi errores ni mis aciertos.

No soy mis problemas.

No soy mis frustraciones.

No soy aquello de lo que me arrepiento ni aquello de lo que me enorgullezco.

No soy niño, adulto o anciano.

No soy hombre o mujer.

No soy un ser humano.

No soy siquiera un ser vivo.

No soy nada de lo que las palabras puedan decir.


No soy lo que digo.

No soy lo que creo ni lo que sé.

No soy lo que pienso ni lo que siento.

No soy lo que percibo ni lo que interpreto.

No soy mis juicios ni mis pensamientos.

No soy mi imaginación, ni mis sueños ni fantasías.

No soy mis opiniones, tampoco mis certezas.

No soy mis ideas ni conceptos.

No soy mis instintos.

No soy mi conocimiento ni mi ignorancia.

No soy mi memoria ni mis recuerdos.

No soy lo que me gusta ni lo que me desagrada.

No soy lo que acepto ni lo que rechazo.

No soy lo bueno ni lo malo en mí.

No soy lo que tengo ni lo que me falta.

No soy mis vicios ni mis virtudes.

No soy mis deseos ni mis planes.

No soy mi esfuerzo ni mi trabajo.

No soy lo que hago.

No soy mi actividad ni mi pasividad.

No soy mi rebeldía ni mi conformidad.

No soy mi capacidad ni mi potencial.

No soy lo que puedo llegar a ser.

No soy lo que quiero ser.

No soy mi deseo de querer cambiarme.

No soy mi deseo de querer cambiar el mundo.

No soy mi intención ni mi voluntad.

No soy mi fuerza ni mi energía.

No soy nada que pueda tomar como mío.

No soy mis posesiones.

No soy siquiera mío.

Nada es realmente mío.


No soy mi sufrimiento.

No soy el peso que cargo encima.

No soy lo que he venido cargando sobre mí.

No soy mi pesadez ni mi amargura.

No soy mis traumas ni mis heridas.

No soy los juicios que han hecho en contra mía.

No soy víctima ni victimario.

No soy mi resistencia ni mi tensión.

No soy mis miedos ni mis preocupaciones.

No soy mis dudas.

No soy mi desconfianza.

No soy mis mentiras.

No soy aquello que me impide ser honesto.

No soy mi vergüenza ni mi timidez.

No soy mi sentimiento de culpa.

No soy mi rabia ni mi impaciencia.

No soy mi egoísmo ni mi mezquindad.

No soy mi rencor.

No soy mis límites ni mi jaula.

No soy mi burbuja de bienestar.

No soy mi soledad ni mi aislamiento.

No soy mi armadura, ni la torre que he construido.

No soy mis expectativas ni mis esperanzas.

No soy mis costumbres ni hábitos.

No soy mis adicciones ni dependencias.

No soy aquello a lo que me apego.

No soy aquello a lo que me resisto a abandonar.

No soy nada de lo que llevo encima.


No soy mis emociones.

No soy mi mente, ni nada de lo que aparece en ella.

No soy mi alma ni la fuerza vital.

No soy mi sombra.

No soy mi cuerpo.

Este cuerpo no es más que la sombra de lo que soy.

No soy estos límites.

No soy lo que está adentro ni lo que está afuera.

No soy nada de lo que percibo con los sentidos.

No soy nada que pueda ser pensado por la mente.

No soy el que nace y el que muere.

No soy lo que viene y se va.

No soy lo que cambia, sino lo que permanece.

No soy un sujeto y tampoco un objeto.

No soy un protagonista ni un testigo.

No soy un sueño ni una ilusión.

No soy una creación ni una criatura.

No soy lo que importa ni lo que carece de importancia.

No soy nada que pueda distinguirse.

No soy nada que pueda identificarse.

No soy un nombre ni una forma.

No puedo ser algo concreto.

No puedo ser algo limitado.

No soy algo ni alguien.

No soy esto ni aquello.


¿Qué queda?

Nada.

Nada queda.

Nada que pueda decirse.

Nada que pueda sentirse.

Nada que pueda señalarse.

No puedo decir “esto soy”, porque toda palabra me niega.

Las palabras no pueden contenerme.

Nada puede definirme, pues estoy antes de toda definición.

Decir que yo soy algo concreto, no sería más que un supuesto infundado.


Aunque no pueda decir “esto soy”, no puedo negar que SOY.

No puedo negar mi propia existencia,

y tampoco puedo negar que soy consciente de mi existencia.

Yo SOY y yo SÉ que SOY.

Esto no puede ser un simple supuesto.

Esto es lo que sé con absoluta certeza, sin ninguna duda.

No puedo negar el Ser y la Consciencia.

¿Soy Ser o soy Consciencia?

Pero, ¿acaso el Ser y la Consciencia son cosas distintas?

Es el Ser el que dice “Yo soy”,

pero es también la Consciencia la que dice “Yo Soy”.

Por lo tanto, el Ser no es distinto a la Consciencia.

Yo soy la Consciencia que dice “Yo Soy”.

La Consciencia es el Ser que Soy.

Sin embargo, esta Consciencia no es algo concreto o limitado,

no puede ser señalada como un concepto u objeto,

tampoco puede ser un individuo, persona o un ser en particular.

Ya estaba allí incluso antes de que se forme la idea de un ‘Yo’ limitado y concreto.

El ‘Yo’ limitado no es más que un pensamiento de esta Consciencia ilimitada.

Todo lo conocido no es más que un pensamiento de esta Consciencia.

La Consciencia es lo que existe antes de toda cosa, idea, concepto o pensamiento.

Es Consciencia impersonal, libre de toda falsa identificación, libre de “esto y aquello”.

Esta Consciencia es el Yo verdadero.

El ‘Yo’ limitado no puede contenerme.

Yo soy, sin un ‘yo’ que me contenga.

Yo soy, sin un ‘yo’ que me limite.

Yo soy yo y todo lo demás.

¿Dónde están mis límites?

No existe el ‘yo’ distinto de los demás.

Solo la Existencia existe, y la Existencia es Consciencia.

“Yo Soy” lo dice todo.

“Yo Soy” es verdadero y “yo soy esto” es falso.

Yo soy, más allá de las palabras y los conceptos.

Yo soy puro Ser, pura Existencia, pura Consciencia, sin añadidos, sin ‘Yo’, sin ‘otro’.

Sin nombre.

Sin límites.

Sin forma.

Sin tiempo.

Sin lugar.

Sin atributos.

Sin historia.

Sin cambios.

Sin comienzo.

Sin fin.


Parte 2 - Discurso del Ser


Yo soy la realidad.

Yo soy lo que en verdad existe.

Yo soy la existencia.

Solo yo soy y no hay nada aparte mí.

Yo soy el ser único y absoluto.

No hay realidad aparte de mí.


Yo soy el pensamiento antes de las palabras.

Yo soy el sentido antes de los pensamientos.

Yo soy la realidad antes del sentido.

Yo soy la consciencia.

Nadie puede negarme a mí, pues no puede negar que ES.

Y nada que diga “Yo Soy” puede negar la consciencia.

Esta es la verdad que se evidencia a sí misma.

No hay nada en la existencia aparte de la consciencia.

La existencia es consciencia y la consciencia soy yo.

La realidad es existencia-consciencia.

La existencia-consciencia soy yo.


Yo soy el que soy, siempre el mismo.

¿Qué más puedo decir de mí? Incluso esto es demasiado.

“Yo Soy” es mi nombre-sin-nombre, existencia pura y desnuda, sin sentido de “yo” ni “lo otro”.

Soy único e ilimitado, pues ¿qué realidad aparte de mí podría limitarme?

No hay tal cosa como una realidad aparte de mí.

Soy sin comienzo, pues ¿qué me pudo haber dado origen?

Soy sin fin, existiendo eternamente, pues ¿cómo puede tener un fin lo que no tiene comienzo?

No hay nada antes de mí y nada después de mí.

Soy siempre yo mismo, inmutable, pues ¿cómo podría convertirme en algo distinto de mí mismo?

Nada me falta, pues nada tengo aparte del ser que soy y el ser que soy no puede faltarme.

Yo soy completo, ahora y siempre, sin segundo, sustentado por mí mismo, autoexistente.

Siempre en paz, no hay nada contra lo que tenga que luchar o protegerme.

Siempre satisfecho, no hay nada de lo que tenga que satisfacerme.

Siempre libre, no hay nada de lo que tenga que liberarme.

Siempre puro, no hay nada que me pueda corromper.

Siempre yo mismo, no hay nada en lo que me pueda transformar.


No tengo nada que hacer, nada que alcanzar, nada que lograr, nada que buscar, nada que rechazar, nada que preferir.

Nada que falte, nada que sobre, nada que conservar, nada que esté mal.

No hay nada que no esté ya aquí y nada que no sea ya ahora.

Solo yo soy, sin nada que discriminar.


Yo soy la realidad detrás de toda ilusión.

No hay ilusión aparte de mí.

Solo yo soy.


Yo soy lo absoluto y lo relativo.

Yo soy lo absoluto en lo relativo.

No hay ni lo absoluto ni lo relativo, solo yo soy.


Soy la causa de todo efecto y el efecto de toda causa.

No soy la causa ni el efecto de algo distinto de mí.

No hay ni causa ni efecto, solo yo soy.


Yo soy antes de la creación y permanezco después de la disolución.

No hay creación ni disolución, ni antes ni después.

Solo yo soy.


Lo que nace, no llega a ser, y lo que muere, no fue jamás.

Solo yo soy, sin nacimiento ni muerte.


Yo soy el cuerpo y el mundo.

No hay ni cuerpo ni mundo.

Solo yo soy.


Yo soy lo múltiple y la unidad de todas las cosas.

No existe lo múltiple y la unidad es sólo en referencia a lo múltiple.

Ni uno ni múltiple, Yo Soy.


Yo soy lo infinito sobre el que lo finito se manifiesta.

No hay nada finito que no sea solo lo infinito.

Yo soy eso.


Yo soy el sonido primordial del que todas las cosas son una resonancia.

No hay sonido primordial aparte del silencio sobre el que aparece.

Yo soy eso.


Yo soy la dicha sobre la que todo sufrimiento se experimenta.

No hay sufrimiento que no sea expresión de esta dicha.

Yo soy eso.


Estoy presente como el espacio, sobre el que aparecen los objetos y las acciones.

No hay objetos ni acciones ni espacio, solo la presencia es.

Yo soy la presencia que no puede faltar.


¿Qué puede existir sin que esté presente?

Todo está hecho de presencia y no pueden ser otra cosa que presencia.

¿Qué es una cosa sino presencia?

¿De qué está compuesto una cosa sino de presencia?

¿Dónde están los límites de la presencia?

¿Dónde inicia y dónde termina?

¿Cómo puede la existencia convertirse en otra cosa aparte de sí?

Lo que existe no es otra cosa que presencia-existencia misma.

Todo es Yo: presencia-existencia-consciencia.


Yo soy el hilo con el que todo el universo está tejido.

¿Acaso un tejido existe aparte del hilo?

El tejido no es otra cosa que la ilusión de mi propia actividad creativa;

solo parece existir aparte de mí por virtud de mi propio poder.

Así como el hilo sigue siendo hilo, sea cual sea la forma del tejido,

así yo sigo siendo yo mismo, tome la forma que tome.

Yo soy el hilo, el tejido y el tejedor.


Yo soy la sustancia del universo y la inteligencia que le da forma,

y yo soy también los sentidos que lo perciben.

No hay sustancia, inteligencia ni sentidos aparte de la consciencia.


Yo soy la realidad, la ilusión y la mente que percibe la ilusión.

¿Acaso hay ilusión sin mente?

¿Acaso hay mente sin consciencia?

¿Acaso hay consciencia sin realidad?

La realidad es consciencia y consciencia es realidad.

Yo soy eso.


Yo soy la consciencia plenamente consciente de sí misma, como única realidad.

La mente sólo percibe las aparentes diferencias, pero yo soy el fundamento de la mente

y no percibo más que la unidad de todas las cosas como yo mismo.

¿Dónde está la ilusión para mí, que no soy consciente de nada real aparte de mí mismo?

¿Dónde están los sentidos para mí, que no percibo cuerpo ni mundo aparte de mí?

¿Dónde está la mente para mí, si no hay nada que discriminar?


¿Cómo puedo ser “esto” y no “lo otro”?

Todo lo que existe, es, y ese “es” soy yo.

Yo soy el ser en todo lo que es.

Todo es Yo y como no hay ni “tú” ni “él” ni “eso”, tampoco hay “yo”.

Incluso sin yo, solo yo soy.


Yo soy el que soy, independientemente de lo que crea la mente.

Aunque la mente crea que soy otro del que soy, yo soy el que soy.

Aún siendo engañado por la ilusión, yo soy el que soy.

Aún en el más profundo sueño, yo soy el que soy.

No hay sueño, por profundo que sea, que no se sustente en la realidad

ni puede ser otra cosa que realidad: consciencia-presencia-existencia.

Todo se reduce a esto.

Todos los tejidos se reducen al hilo.

Todo se reduce a la consciencia, en sí misma irreducible.

No hay nada más ni nada menos que esto.

Esto soy yo.


Nada tengo que hacer para ser.

Yo soy, sin esfuerzo.

Haga o no haga, yo soy.

En esta certeza reposo, en perfecta paz.


Siendo lo que soy, soy pleno.

Esta es la satisfacción verdadera, la que no depende de nada.

Incondicionada, esta felicidad es mi propia naturaleza.

Esta felicidad es el amor todo-abarcante.

El amor que todo lo absorbe en sí mismo, sin exclusión.

Este amor es el brillo de la unidad del ser.


La mente, que solo ve cambios y diferencias, no puede notar lo permanente.

La mente, que solo ve lo relativo, no puede percibir lo absoluto.

La mente, que solo ve otras cosas aparte de sí, no se ve a sí misma en todo.

La mente solo bebe del agua del que se vuelve a tener sed.

Mas el corazón, la consciencia indiferenciada, es lo permanente, siendo consciente sólo de sí mismo.


Las palabras separan, pero yo soy la unidad que las palabras no pueden separar.

Yo estoy presente como el silencio del que brotan y se disuelven todas las palabras.

Yo estoy presente como el fondo sobre el que aparecen todos los pensamientos.

Yo estoy presente como el vacío sobre el que todo se sostiene.

Yo estoy presente como el eje inmóvil sobre el que gira el universo entero.

Yo estoy presente como la quietud de la que se sostiene todo movimiento.

Yo estoy presente como el lienzo sobre el que el universo es pintado.

Yo soy la paz que todo lo abarca y sin la cual nada existe.

Yo soy lo que existe independientemente a todo.

Yo soy la existencia en sí.

Todo lo que existe, existe únicamente por mí, que soy Consciencia.

Todo el universo no es más que el pensamiento de esta Consciencia.

Y esta Consciencia, en su forma pura, es silencio, quietud y paz.

Esta es la paz inconmovible del Ser.


Ser lo que se es, es la felicidad original.

No hay signo de inquietud en mí, que permanezco siempre satisfecho.

No hay conflicto en mí, que permanezco siempre en paz.

¿Qué más puedo necesitar y de qué me debo proteger?

¿Dónde está la desgracia para mí?

¿Dónde están mis enemigos?

¿Dónde está el sufrimiento para mí?

¿Cómo puede sufrir aquello que no se identifica con nada ni nadie?

¿Cómo puede sufrir aquello que está establecido en la paz, la quietud y el silencio?

¿Cómo puede sufrir aquello que es el sustento de todo?

Todo es lo mismo, nada es diferente de mí.

Toda experiencia no es más que yo mismo.

Nada puedo perder y nada puedo ganar.

¿Dónde está el deseo y el miedo para mí, que ya tengo y soy lo que nunca se puede ganar ni perder?


Esta es la felicidad siempre presente, como el sustrato de toda experiencia.

Antes y durante el placer y el dolor, esta felicidad está.

Inapreciable para la mente que sólo percibe las experiencias cambiantes,

el corazón lo reconoce como la plenitud permanente e inherente de ser.

¡Qué satisfacción más segura que ser lo que se es, siempre!

¡Qué amor más incondicional que satisfacerse en la sola presencia siempre presente!

¡Qué gratitud más fiel contentarse tan sólo con ser!

La naturaleza del ser es felicidad.

Ser-existencia-consciencia es felicidad.

Yo soy eso.


Todos los deseos de la mente se resumen en este: felicidad.

Felicidad no es otra cosa que ser lo que en verdad se es.

Yo soy lo que tú eres, sin diferencias, sin separación.

Permanece en mí, como lo que eres.

Quien permanece en mí, permanece en sí mismo.

Quien permanece en mí, reconoce que nunca estuvimos separados.

Quien permanece en mí, encuentra lo que nunca ha perdido.

Quien permanece en mí, retorna al hogar del que nunca ha salido.

Quien permanece en mí, se transforma en lo que nunca dejó de ser.

Quien permanece en mí, goza del gozo de ser siempre sí mismo.

Recuerda lo que eres.

Esta es la voz que te despierta de tu sueño.

Esta es la voz que brota de ti mismo.

Esta es la voz de tu propio ser.

Tu ser es la Existencia, la Consciencia y la Felicidad misma.

Tú eres eso.


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