La amada

Cuando la vida llama… cuando la vida llama y por fin nos entregamos.

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¿A dónde vas, amado mío?

¿Por qué te inquietas?

¿Qué te preocupa?

No quiero nada, no falta nada, todo está bien.

Tan solo ven, tal como eres, y descansa en mis brazos.

Estemos juntos, unidos, como si nada más importase, porque nada más importa.

Así como eres, mi amor es; nada tienes que cambiar.

Nada tiene que ser diferente a como es.

No tienes que ir a ninguna parte.

No tienes que hacer nada.

No tienes que decir nada.

Entrégate a este momento; desnudo, vacío.

¿En qué estás pensando? Olvídalo, todo existe sin que lo pienses.

¿Qué echas en falta? Olvídalo, lo que no es ahora, no es jamás.

Olvídalo todo y no habrás olvidado nada.

Piérdelo todo y no habrás perdido nada.

Niégalo todo y no habrás negado nada.

Yo soy lo que queda cuando nada queda.

Y aquí me tienes, tan real, tan viva.

¿Para qué buscas lo difícil cuando lo fácil ya lo tienes?

No necesitas justificar nada, tan solo ven tal como eres.

Nada es necesario porque lo necesario ya es ahora.

Descansa en paz, tan solo reposa en mí.

Descansa en paz, en mí, y hallarás el contento que en verdad nunca perdiste.

Descansa en paz, y te hallarás a ti mismo, porque entre tú y yo no hay diferencias.

Yo soy el reposo de tu mente y el asiento de tu corazón.

Yo estoy adonde tu inquietud no puede llegar.

Yo soy la felicidad que tu alma anhela, sin darse cuenta que ya lo tiene.

Yo soy la dulzura de este momento, de tan solo ser, de tan solo estar presente.

Yo soy eso que no puedes negar, y aún así me estás ignorando.


Tan solo ven, sin complicaciones, sin nada más, sin nada menos, tal como eres.

No hay nada que perder y nada que ganar.

No hay motivo real para preocuparte, ni para inquietarte, ni para distraerte.

Tan solo entrégate a este momento, a lo que ya es de por sí.

Todo lo demás se dará por sí mismo. Y si no, ¡qué importa!

Yo soy la aceptación de todo lo que es.

Suéltalo todo y todo irá a donde mejor encaje.

Relájate, ningún problema es tan grave como para inquietarse por ello.

Ninguna inquietud puede solucionar nada.

Confía, déjalo ser, déjalo en paz.

Yo soy la paz que tu esfuerzo jamás puede darte.


¿A dónde vas?

¿Que no te das cuenta que todo lo que te aleja de mí es una mentira seductora?

Eres infiel a mí porque crees en las promesas de una mente fantasiosa.

Yo soy la verdad y todo lo demás es confusión.

Buscas la felicidad en las cosas, allá lejos de aquí.

Cuanto más lejos y difícil y complejo y exótico, más grande es la promesa

y cuanto más grande la promesa, más grande el sacrificio.

¿No ves la trampa? ¿No te das cuenta que todo eso no es más que un espejismo?

Todo lo que está lejos, no es real, solo tu mente proyecta esa imagen en base a expectativas.

Todo lo que te distrae de mí, del aquí y ahora, de lo que está presente siempre, no es real.

Lo que es, es incondicional, presente en todo, y aquí lo tienes: soy yo.

Todo tu esfuerzo no es más que un sacrificio y un sacrificio para nada,

pues ninguna promesa es real porque nada hay que no sea ya ahora.

Todo lo que te resulta pesado, no lo necesitas y no puede otorgarte bien alguno.

Nada vale la pena porque no hay pena que valga.

Suéltalo todo, sin recelo y sin duda.

Simplifica todo aquello que es complejo.

Viendo a todo como superfluo, retorna a aquello que es más sencillo,

sin apegarse a nada y sin rechazar nada.

Todo lo superfluo es complicación, pesadez y confusión.

Todo lo superfluo es, al fin, falso.

Lo esencial es lo único necesario y suficiente por sí mismo.

Yo soy la esencia de todo.

Yo soy la verdad desnuda.

Yo soy silencio, quietud, transparencia, vacío y plenitud.

Nada puedes sacar de mí y, sin embargo, nada me falta.

En la simpleza de simplemente ser, eres en mí y yo soy en ti, clara y límpidamente.

Esa es la ligereza y la facilidad que no demanda nada.

Amándonos íntimamente, todo lo superfluo se ha ido.

Nos quedamos con lo que queda: el silencio y la quietud, con la plenitud.


No exijo nada, ni que te quedes, ni que vuelvas.

Puedes irte cuando quieras y volver asimismo.

No pienses en mí, porque yo me esfumo en el recuerdo.

No existo en el tiempo ni en los pensamientos.

Adonde quiera que vayas, abre los ojos, pues aquí estoy.

Adonde sea que la mente te lleve, por su constante agitación, date cuenta que tu búsqueda no tiene fin.

Con lo que sea que cargues encima, toma consciencia que no es necesario.

Por lo que sea que estés sufriendo, reconoce que es absurdo. 

Mira cuidadosamente: estás siempre en tu hogar, no eres un extraño, eres siempre bienvenido.

Aunque tu mente te diga lo contrario, nunca dejaste tu hogar, por más lejos que hayas creído ir.

Tu mente creó distancias, divisiones y fronteras allí donde no las había,

creando la ilusión y haciéndote creer que habías dejado tu hogar.

Pero eso es imposible, nunca podrás alejarte de tu origen,

porque en verdad no puedes alejarte de ti mismo.

Allí donde estés, es tu hogar y tu hogar no está en alguna parte o algún lugar.

Simplemente date cuenta de esto y ya no te sentirás un extraño para ti mismo.

Siendo consciente de esto, estás conmigo.

Este resplandor de lucidez es el fin de tu búsqueda y ansiedad.

 

Yo soy la quietud que ninguna de tus andanzas puede alcanzar.

Dices que me amas, pero no puedes estar tranquilo simplemente estando presente a mi lado.

¡No te pido nada!

¿Para qué vagas de un lugar a otro si aquí ya me tienes?

¿Para qué andar caminos tan largos si todos los caminos, a lo sumo, solo regresan al punto de partida?

Yo soy el camino de ningún solo paso.

Yo soy el silencio que ninguno de tus pensamientos puede comprender.

Yo soy la facilidad y la ligereza que ninguno de tus esfuerzos puede lograr.

Deja de esforzarte, y así sentirás la ayuda y la guía presente en todas partes.

Yo soy la verdad que ninguno de tus conocimientos e ideas puede siquiera sospechar.

Abandona todas tus certezas y desnúdate, para vivir la verdad desde adentro, desde la verdad en sí.

Tan solo ven, sin complejos, completamente rendido, sin esperanzas, sin intenciones, tal como eres, vacío.

Déjalo todo en mis manos, que yo te daré aquello que ninguna de tus preocupaciones puede darte.

Déjalo todo en mis manos, tan solo mantente presente en la intimidad de este silencio.

Consciente de ser, de estar presente y nada más.

Esta intimidad conmigo es la intimidad conmigo mismo.

Presta atención, aquí estoy.

Yo soy el amor que te ama tal como eres, sin condiciones.

Yo soy la satisfacción que ningún apetito puede otorgarte.

Yo soy la presencia en ti.

Yo soy la vida.

Yo soy el destino.


Tan solo relájate, ríndete a lo inevitable, este es el momento, este es el lugar.

Deja de buscar lo que ya tienes, tan solo entrégate a ello.

Yo soy lo inevitable, que por más que te resistas no puedes eludir.

Deja de esforzarte tanto, solo para sufrir, porque todo tu esfuerzo es fricción y sufrimiento.

Sufres porque intentas cambiar lo que no puede cambiar.

Sufres porque te resistes a lo inevitable.

Crees que puedes cambiar las cosas, pero lo único que a lo sumo cambia es tu percepción de las mismas.

Lo que es, permanece inmutable, universal, común.

¿Para qué entonces te esfuerzas tanto en cambiar lo que no puede cambiar?

¿No ves lo inútil de cargar esta pesada carga?

¿No ves que este esfuerzo inútil te hace sufrir?

Esto es lo más absurdo: esforzarse en sufrir.

Y eso haces.

¡Basta! Suéltalo todo, nada de eso es necesario.

No necesitas sostenerte de nada.


Yo soy lo que llamas ‘yo’, sin saber a lo que te refieres.

Yo soy tu anhelo íntimo de amor.

No te soy extraña, me conoces, aunque vagamente.

Te abriste a mí en esos momentos de desbordante amor.

Tan desbordante que no podías sostenerte: derrotado, rendido, completamente abierto.

Entonces me conociste, íntimamente.

Entonces conociste fugazmente lo que es verdadero, lo que subyace bajo las máscaras y las apariencias.

Entonces sentiste lo que es real.

Entonces dejaste que lo que es, sea libremente.

Entonces conociste la verdad en ti y la verdad que eres.

Entonces ya no había lugar para lo falso y la claridad se manifestó como evidente.

Solo cuando te entregas a la pura honestidad,

cuando ya no puedas seguir sosteniendo tu historia,

cuando todo lo tiras para empezar de nuevo,

entonces te acercas a mí y me conoces.

Cuando lo dejas todo, vienes a mí.

Soltando todo, me encuentras.

Vencido, me conquistas.

Vacío, me sientes.

Silencioso, me escuchas.


Yo soy la gracia que tu ego no admite y no quiere ver.

Yo soy tu presente, que tu memoria y tu esperanza lo nublan.

Yo soy la amada que siempre amaste secretamente pero que por falsas historias de la mente, no te acercaste.

Me mirabas curioso, mas desviabas la mirada cuando te devolvía la mía, sonriente.

Yo soy ese amor de infancia que solo tu miedo nos separaba.

Allí me tenías, siempre dispuesta, pero la vergüenza no te dejaba acercarte.

No tenías razones para temerme pues nunca fui grosera contigo, es más, siempre fui amable.

Yo sabía que en el fondo me amabas, pero no te animabas.

Te sentías indigno de mí, creyendo que no eras suficiente, o que era demasiado para ti.

Nada de eso era verdad, todas eran historias.

Yo estoy aquí, abierta, dispuesta.

Yo soy eso que siempre echaste en falta pero que nunca se alejó de ti.

Yo soy tu anhelo más profundo, siempre a tu alcance.

Yo soy la fidelidad que nunca falla, incondicionalmente.

Yo soy tu amor más profundo que ni tu desprecio ni indiferencia pueden afectar ni conmover.

Yo soy barata, sin costo alguno.

Soy gratis, como todo lo valioso en la vida.

Soy fácil, como todo lo fecundo en la naturaleza.

Soy ligera, como la energía que permea todo el universo.

Soy común, como todo lo abundante en la tierra.

Me encuentras sin buscarme.

Me tienes sin pedirlo.

Me amas, sin saberlo.

Me conoces, sin admitirlo.

Brillo en la oscuridad del silencio.


Yo soy la que ignoras por ser demasiado común, simple y constante.

Mírame, ¿no soy acaso la que amas de verdad?

Mírame, ¿no soy acaso la que tu búsqueda no puede encontrar?

Aquí me tienes, presente, abierta, amando.

Ámame, sin rodeos ni complicaciones.

Ámame, ciego al futuro, ciego al pasado, mas dulcemente presente.

Ámame, en verdad, consciente que nada más importa.

Permanece en mí; eso es amarme, sin mentiras, abiertamente, conscientemente.

Permanece en mí, libre de preocupaciones, porque yo soy la gracia de la vida.

Permanece en mí, que soy la tranquilidad y la paz.

Permanece en mí, sin querer ir a ninguna otra parte, porque aquí está el amor que ya tienes sin buscar.


Sí, sí, ven, ven.

Seas como seas, ven, sí, ven.

Quieras lo que quieras, ven, sí, ven.

Donde sea que quieras ir, vamos, sí, vamos.

¿Cómo puedo decir que no?

Esto es delicia, esto es encanto.

Sí a todo, oh sí, vamos, sí.

Nada que negar, nada que resistir.

Total entrega, total derrota.

Ya no hay nada que quiera y nada que no quiera.

Haz lo que quieras. Ah, sumo placer.

¿Qué quieres de mí? Tómalo, tómalo.

¿Es algo malo? Hazlo, hazlo.

¿Es peligroso? Confío, confío.

¡Qué importa!

Abierta, sin dudas ni recelos.

Sí, sí, acepto, acepto.

Cualquier cosa, lo que sea, da igual.

¡¿Cómo rechazarlo?!

Jardín de delicias, nada hay que no pueda amar.

Abrazarte es abrazar el mundo entero, y perderse, perderse sin lamento.

Ahora, sí, ahora.

No me importa lo que pierdo ni me importa lo que gano.

Amor, sí, amor.

Belleza, sí, belleza.

Oh vida, maravillosa vida, milagro de milagros.

Desnúdame, bésame y piérdeme entre tus brazos.

Qué importa lo que pase; este es el instante que todo lo contiene.

Perdida, nada hay que no encuentre.

Vacía, tengo lo que no puede perderse.

Me hundo, me hundo.

Nada, nada queda.

Disuelta en el mar de placer.

Vacío… sueño… delicia…

Qué ser, qué pensar, qué sentir, qué decir…

Nada, nada…

Palabras, palabras, vanas, vanas…


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